martes, 17 de abril de 2012

¿Cómo sucedió todo?

-Sí, explíquese -mandó la voz.
 -Cuando nos mudamos al solar y la gente nos miraba cargando las cosas, esa observación continua me hacía sentir como un experimento. Sin embargo mi mujer estaba contenta de haber cambiado de aires. Ella -mulata alta, de pelo rizado y ojos claros- era una mujerona, hablando en buen cubano. Yo no me cansaba de mirarla y la pinté muchas veces. Podía estar todo el día tocándola, acariciándola hasta que me durmiera ese olor que tenía. Pero mis dibujos eran cada vez más malos, creo que mi talento mutó a solo amarla de forma insaciable.
En los primeros días de nuestra vida en el solar mi mujer se hizo muy amiga de la madre de dos muchachos jóvenes y fuertes, que a pesar de haber nacido en ese ambiente solariego, tenían el léxico y modales de un príncipe. Un día cuando mi doncella llegó del trabajo y yo casualmente conversaba con uno de los hermanos, ella entró apurada en casa de la señora. Nuestra conversación se extendió más de lo habitual y ya me entraban unas ganas locas de irme con mi mujer para nuestro cuartico. Me dirigí hacia la puerta dejando al joven prácticamente con la palabra en la boca. Mercedes, la señora, salía a recibirme.
-Mercedes, ¿podría llamar a mi esposa?.
-Ella no puede verte ahora.
-No entiendo, ¿se siente mal?
-No. No quiere verlo más, se enamoró de uno de mis hijos.
Yo miré inquisitivo al que antes conversaba conmigo.
-Cuando tu esposa conoció a mi hermano fue como amor de telenovelas, a primera vista, lo siento mucho, haberte hecho pasar por esta situación, ellos lo determinaron así y solo quieren estar juntos.
-No entiendo nada, creo que es ella quien debe decirme... -murmuré.
En ese momento salió ella, de manos con el otro hermano.
Así me dijo:
-Perdóname pero no sabía cómo empezar a explicarte todo. Yo también fui víctima del deseo y el desorden y no sabía ni sé cómo afrontar esta situación, creo que tú debes de seguir tu vida y encontrar una mujer que te guste: no es mi culpa enamorarme de él, simplemente pasó.
Y se abrazaron frente a mí como si nada. Yo me quedé como en otra dimensión. El golpe fue tan fuerte que parecía que miraba pasar una burbuja de jabón que de pronto se desvanecía en el aire. No podía creer que algo tan bueno desapareciera así. Así me quedé parado frente a ellos, destrozado por dentro, pero mi guerrero interior me ayudó a levantarme y pude decirles, no tan fuerte como hubiese querido:
-De acuerdo, creo que debería irme.
Entré a mi cuarto y me quedé viendo una película boba de bodas, viajes, risas, toda esa sarta de tonterías hasta que solo pude tenderme en mi cama bocabajo, tratando de no pensar en nada.
No salí en tres días. Mi cuarto quedaba casi frente al de ellos. Llore, pensé en matarlos, en salir corriendo del lugar sin mirar atrás; también pensé en cambiarme el nombre... tantas y tantas cosas inútiles que al final lo único que pude hacer fue escribir, e ilustrar lo que escribía. Contarlo todo, desahogarme, limpiarme, aunque fuera en una hoja de papel.
Hoy ellos tienen dos hijos. Yo me convertí en escritor e ilustrador. En mi segunda expo, conocí a Teresa del otro lado del mundo, bella como nunca hubiese alcanzado a soñar, y me enamoré de nuevo.
Jamás hubiese escrito mi primer libro de no ser por esa triste historia.
Por razones de mejora económica ya no vivo allí sino en Miramar. La vida nos tira tan duro, que solo podemos quedarnos en el suelo a ser parte de la media o levantarnos y estar en el segundo peldaño por encima de la prueba. Soy un guerrero de la luz, y como guerrero siempre me levanto pues del otro lado, créame, solo hay luz.
-¿Entonces ahí mismo al frente suyo vivía la víctima?-interrumpió la voz, impositiva.
-Cuando abrí la puerta todo el solar estaba lleno de policías peritos y perros. Se llevaban un cuerpo tapado tinto en sangre. A los hermanos y a la madre se los llevaron esposados mientras los vecinos les gritaban:
- ¡Violadores, asesinos!
El ruido se hizo sordo. Me fallaron las piernas y la vista. Me pasaron por delante los tres, guiados por policías, mirándome con ironía. Fui lanzado por un impulso superior a golpearlos y cuando lo hice los policías me aguantaron. ¡Todo paso así capitán!
Danilo Maldonado Machado


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